sábado, diciembre 15, 2018

Gil Calvo: es la era del ‘malismo’

Máriam Martínez Bascuñán y Enrique Gil Calvo, durante la presentación del libro en la librería Pasajes, en Madrid

Tomando como inspiración una viñeta de El Roto, el sociólogo Enrique Gil Calvo advierte que estamos en la era del ‘malismo’: “haciéndote el malo, como Trump, acaparas la atención”. Atrás quedó el ‘buenismo’ de Obama o Zapatero. Cuando se trata de ganar visibilidad, “los malistas se imponen porque su mensaje es más impresionante, mete más miedo”, admite. El precio a pagar es caro: se cruzan líneas rojas, se rompen los consensos… pero la escalada disruptiva ha de tener un límite, bien en la violencia (la disrupción máxima) o en la redundancia, en el aburrimiento que produce la repetición del mismo mensaje.

Hasta que este ciclo de sacudida nacional-populista pase, Gil Calvo recomienda acostumbrarse a vivir en ríos revueltos. El sociólogo ofrecía el 14 de diciembre de 2018 estas reflexiones en la librería Pasajes de Madrid, donde tuvo lugar la presentación de su “ensayo disfrazado de manual” Comunicación política: caja de herramientas (Catarata, 2018), una síntesis de la disciplina a partir de su experiencia como profesor de esta materia durante cinco años en el máster en Liderazgo Democrático de la Universidad Complutense de Madrid.

Para Gil Calvo, la comunicación política trata sobre cómo los actores políticos (líderes, movimientos sociales, partidos) se relacionan con la ciudadanía a través de los medios de comunicación (sean éstos los tradicionales o las nuevas redes sociales). El sociólogo le sigue atribuyendo a los medios un poder central, ya éstos “formatean” el mensaje y “establecen la agenda de problemas públicos esenciales que tiene planteada una comunidad democrática”.

La lucha básica en la comunicación política sería la pelea de los diferentes actores políticos por colocar su problema en los lugares más altos de esa agenda pública que configuran los medios: “el esfuerzo de los actores políticos está centrado en tratar de marcar la agenda, intentar que su problema se encarame a lo más alto de la lista de asuntos públicos”. ¿Cómo se logra eso?, se pregunta retóricamente Gil Calvo, a lo que él mismo responde: “adquiriendo notoriedad, visibilidad mediática”.

Según el sociólogo, Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos no tanto por el contendido de sus propuestas políticas, sino porque monopolizó la atención mediática: cuanto más escandalosas su intervenciones, mayor notoriedad y mayor presencia en la conciencia del público.

La politóloga Máriam Martínez-Bascuñán, moderadora del debate que siguió a la presentación del libro, planteó el dilema de cómo deben actuar los medios frente a fuerzas disruptivas como Vox o los chalecos amarillos franceses. Gil Calvo cree que los malos no son los periodistas, sino los políticos extremistas, ya que son éstos quienes rompen los consensos cuando deberían estar comprometidos con la comunidad política que quieren defender. El sociólogo no ve el futuro inmediato de Francia con buenos ojos: “los chalecos amarillos han castrado a Macron mediante una movilización en enjambre similar a la de nuestro 15-M. Le Pen heredará el poder francés como fruta madura”.

Preguntado por las lecciones que el fenómeno Podemos habría legado a la comunicación política, Gil Calvo considera que la formación liderada por Pablo Iglesias empleó un “mix de métodos” para aprovechar la ventana de oportunidad de la Gran Recesión: “todo estaba listo para una fuerza que quisiera cargarse el sistema tras la crisis”, y así ocurrió en otros países como Grecia (Syriza). Los estrategas de Podemos tuvieron la intuición de que el régimen del 78 estaba ya haciendo aguas y transformaron el “movimiento acéfalo” del 15-M (mientras estaba vivo en la Puerta del Sol, no quería líderes) en un “movimiento caudillista”, en el que Pablo Iglesias se ha ido quedando solo. Un líder que ahora reniega de Venezuela y se ha comprado un chalet en la sierra madrileña. “Ha descolocado totalmente a sus seguidores: es como si Trump se vuelve feminista”, sentenció Gil Calvo en tono jocoso.

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martes, diciembre 04, 2018

El padre de todo esto

Crédito de la ilustración: Sciences Humaines, 2015

Buena parte del pedigrí científico de la comunicación política se lo debemos a un refugiado. Como él mismo bromeaba cuando al otro lado del teléfono alguien identificaba su fuerte acento germánico, “sí, no vine aquí a bordo del Mayflower”. Paul Felix Lazarsfeld llegó a Estados Unidos en 1933 con una beca Rockefeller y ya no regresaría, al menos de forma permanente, a su Austria natal. A Estados Unidos se llevó su saber matemático, que aplicaría a la sociología y al estudio de los medios de comunicación en particular. Su teoría de los efectos limitados, apoyada en el hallazgo del ‘two step flow’, mediante el cual los líderes comunitarios ejercían el papel de grandes vendedores al por menor de los argumentos propagados por la prensa o la radio, tuvo tal influencia que llegó a tenerse por el paradigma dominante. Ello a pesar de la oposición que encontró en sociólogos como los Lang de Chicago, que siempre acusarían a Lazarsfeld de minimizar el impacto social de los medios.

A unos metros de la icónica Iglesia Votiva se encuentra el Departamento de Sociología de la Universidad de Viena, donde tiene asiento el archivo Lazarsfeld, cuyos documentos descansan en la compañía de los de Paul Neurath, discípulo suyo que jugaría un papel fundamental a la hora de abrir el archivo en 1983. A decir verdad la mayoría de los papeles que en él se encuentran son fotocopias de los originales depositados en la Universidad de Columbia en Nueva York a la muerte de Lazarsfeld. Pero Neurath fue lo suficientemente inteligente e insistente para, mediante el apoyo del Ministerio de Educación austríaco y la Universidad de Viena, adquirir la biblioteca de trabajo del genio vienés de su viuda (y tercera esposa), Patricia Kendall.



Durante el mes de noviembre tuve la oportunidad de visitar el archivo. Sorprende desde el primer momento la actualidad de sus investigaciones. Sus pioneros estudios sobre la radio se preguntan qué es lo que hace que un programa de radio sea exitoso, y si la radio es una salvaguarda de la democracia o una plataforma para el fascismo. Preocupaban mucho los programas educativos, que competían con su ‘showmanship’ con el magisterio de los profesores en el aula. No es difícil imaginar a las estrellas de la radio como los modernos youtubers. Las preocupaciones sobre las implicaciones socio-políticas de la radio podrían trasladarse a internet y no perderían vigencia.

Doctor en matemáticas, Lazarsfeld se murió sin que los estudiantes de sociología tuvieran toda la formación cuantitativa que él demandaba para formalizar las ciencias sociales. Pero, aún así, el instituto de investigación que logró establecer en Columbia, el Bureau of Applied Social Research, fue pionero en la puesta en práctica de técnicas de investigación que aún hoy en día no dominamos plenamente los investigadores de la comunicación política:
  • La técnica del panel: encuestas a la misma muestra para observar la evolución de su opinión.
  • El ‘program analyzer’: un curioso artilugio compuesto por dos botones (‘me gusta’, ‘me desagrada’) que los oyentes de radio podían presionar mientras escuchaban un programa. Hoy en día se utiliza ampliamente, en su versión digital, para estudiar los debates electorales. 
  • El análisis de contenido.
  • La entrevista focal, en su versión individual y grupal (el focus group), para indagar en las gratificaciones de los oyentes de radio.

Como es sabido, Lazarsfeld fue el pionero de la investigación de las redes sociales. Su famosa trilogía sobre la influencia personal e impersonal (mediática) en la decisión de voto (The people’s choice, Voting y Personal influence) culminó con el intento de rastrear las redes de influencia hasta encontrar al líder de opinión local, algo que no siempre se conseguía y que alimentaría las críticas a sus trabajos, que en cualquier caso gozaban de una sofisticación metodológica difícil de replicar incluso hoy en día.




El archivo de Lazarsfeld contiene cartas y notas remitidas a sus colaboradores, a los órganos de gobierno de su universidad o a las fundaciones que financiaban sus proyectos. Es muy probable que este tipo de documentación no la conservemos en el futuro, dada la evanescencia de toda la información digital. Resulta divertido calcular a cuánto equivaldrían a día de hoy los salarios que él mismo se ponía como director, así como los honorarios de sus colaboradores. Y resulta también sorprendente que la mayoría del trabajo duro lo llevaran a cabo mujeres, bien como entrevistadoras o como procesadoras de los datos alojados en tarjetas perforadas.

Lazarsfeld es a los estudios de comunicación lo que Darwin a la biología o Einstein a la física. Fue el padre de todo esto que llamamos comunicación política. Y fue, conviene recordarlo en estos tiempos, un refugiado con acento extranjero.

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viernes, julio 13, 2018

Nueva ola feminista: esto es solo el principio


Las masivas movilizaciones feministas del 8 de marzo de 2018 son solo el comienzo. Las mujeres tienen por delante el reto de asaltar el poder, que sigue siendo masculino. Para ello cuentan con dos armas: las redes sociales (horizontales, virales, baratas, no dominadas por hombres) y la incorporación de la perspectiva de género al periodismo, para evitar titulares como “Mueren dos mujeres…” en casos de violencia de género en los que debería decirse “Matan a dos mujeres.” Así lo afirmaron las cinco conocidas periodistas que la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) reunió en su jornada Alumni “La realidad en clave de género” el miércoles 11 de julio de 2018, en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Cada una de las invitadas abrió fuego refiriéndose a una palabra clave. Así, la legendaria corresponsal de RTVE Rosa María Calaf habló del saber: “el conocimiento es tan importante que no dejar saber es la mejor forma de dominar”. Históricamente, las mujeres han sido apartadas e invisibilizadas, otorgando al hombre el terreno de lo público, de la mente (lo superior) y relegando a las mujeres al ámbito de lo privado, del cuerpo (lo inferior). Aún hoy, figuras como la escritora del Siglo de Oro María de Zayas o la periodista y pionera del reporterismo de guerra Carmen de Burgos siguen sin recibir el reconocimiento que merecen.

Lucía Mbomio, periodista de TVE y Píkara Magazine, creadora de Radio Melanina, habló desde su condición de mujer negra de la voz: “a las mujeres negras nos han enmudecido”, aseveró. “Se nos representa como eternas recién llegadas aunque hayamos nacido en Alcorcón. Cuando aparecemos en los medios lo hacemos de manera híper-sexualizada y ligadas a profesiones precarias, como el servicio doméstico… En las contadas ocasiones en las que salimos como doctoras o profesionales de prestigio, se nos advierte de que eso es una excepción”.

La periodista y profesora Ana Isabel Bernal Triviño habló del poder, en concreto de cómo el poder masculino se ha mantenido mediante el silencio, el miedo y el terror. Silencio, porque como recuerda Gerda Lerner, la creación de los primeros estados va ligada la privatización de la función reproductora, con las mujeres como esclavas. Miedo, porque todoas las mujeres que se oponen al poder masculino son represaliadas, desde las sufragistas de antaño, torturadas, a las mujeres indias de hoy en día, que son atacadas y desfiguradas con ácido. Terror, el que llega cuando la persona maltratada o el propio maltratador es un familiar. El patriarcado, sostuvo Bernal, se mantiene con violencia, y solo se puede combatir mediante la unión entre las mujeres.

La televisiva Cristina Fallarás abordó la palabra clave de la sororidad, definida como la relación de hermandad entre mujeres para apoyarse y crear cambios en pro de la igualdad. Fallarás recordó la sorprendente campaña en Twitter bajo la etiqueta #cuentalo, que animaba a las mujeres a revelar historias personales de abusos y agresiones sexuales. En diez días, la etiqueta dio lugar a dos millones cien mil relatos de mujeres abusadas o acosadas en todo el mundo hispano-hablante. “Si nos han sorprendido tanto los millones de testimonios surgidos de una campaña tan modesta, sin publicidad, es porque hemos prohibido a los medios convencionales contar esas historias”, advirtió. Fallarás apuntó al poder que la iglesia católica ejerce en los medios convencionales, hasta el punto de convertir a España en el único país de mayoría católica en el que no se ha realizado una investigación sistemática de los abusos sexuales a menores por parte del clero.

La directora del digital publico.es, Ana Pardo de Vera, habló de transformación: ¿cómo pasar de los gestos al cambio efectivo? No es fácil considerando que las mujeres, pese a ser mayoría en las redacciones y en las facultades de periodismo, son una minoría (11%) en los puestos directivos de medios de comunicación. Esta masculinización de las cúspides ejecutivas se debe a que las empresas y las instituciones que alimentan con publicidad a los medios están dominadas por hombres. “El parlamento, el poder judicial, la corona, el ejército, la jerarquía de la iglesia católica, los directivos del Ibex… todos los poderes son masculinos, es un campo de nabos”, apuntó Pardo de Vera, que ve el asalto a ese poder como el gran reto para las mujeres.

La directora de publico.es cree fundamental integrar la perspectiva de género en el periodismo: “no podemos ignorar al 51% de la población, o de lo contrario estaremos contando las historias que interesan a las estructuras de poder existentes”. Integrar la perspectiva de género es para Pardo de Vera “reconocer que no sabemos”, reconocer que nos hemos criado en estructuras machistas que impiden ver a las propias mujeres sus propias inercias patriarcales.

Prueba de que el 8-M ha pasado desapercibido en ciertos círculos es el reciente vídeo del torero Jesulín de Ubrique, que anuncia su vuelta a los ruedos en Cuenca, una ciudad donde las mamás todavía salen al balcón en mandilón blandiendo una cuchara de palo. Solo falta que el niño que las llama las mande callar, como hacía Telémaco con su madre Penélope en ese pasaje patriarcal de La Odisea destacado por la historiadora Mary Beard en su libro Mujeres y poder (Crítica, 2018).

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domingo, julio 01, 2018

Escuela ACOP de Métodos de Investigación en Comunicación Política




Escuela ACOP de Métodos de Investigación en Comunicación Política

Calatayud, Zaragoza, del 24 al 27 de octubre de 2018

Una iniciativa del Comité de Investigadores y Académicos de ACOP (Asociación de Comunicación Política)

Coordinadores:
•    Francisco Seoane Pérez (UC3M)
•    Verónica Crespo (Ayuntamiento de Calatayud)

Patrocinan: Ayuntamiento de Calatayud, FCC Servicios Ciudadanos
Colabora: Universidad San Jorge

Lugar de celebración: Biblioteca Baltasar Gracián (Antiguo Seminario de Nobles), Calle Blas y Melendo, 1, 50300 Calatayud, Zaragoza.

La formación en métodos de investigación en comunicación es uno de los puntos débiles de los estudiantes de posgrado españoles. La Asociación de Comunicación Política (ACOP), con el patrocinio del Ayuntamiento de Calatayud, FCC Servicios Ciudadanos y la colaboración de la Universidad San Jorge, pretende solventar esta carencia mediante la celebración de una escuela de métodos de investigación, consistente en seis talleres intensivos de carácter teórico-práctico.

Dirigida a estudiantes de máster y doctorado con un interés temático en la relación entre medios, democracia y ciudadanía, la Escuela de Métodos de Investigación en Comunicación Política ofrece una introducción accesible a las técnicas de investigación más comunes, tanto cuantitativas como cualitativas: análisis de contenido, frame analysis, experimentos, encuestas de opinión, estudios de audiencias, entrevistas en profundidad, observación participante, sentiment analysis en redes sociales…

PROGRAMA

Miércoles, 24 de octubre de 2018

19:30hs.-  Lección inaugural:
‘Los métodos en la investigación española sobre comunicación: debilidades y retos’
> Manuel Martínez Nicolás
(Universidad Rey Juan Carlos)
21:00hs.-Cena de recepción a los participantes.

Jueves, 25 de octubre de 2018

Taller 1.- Análisis de contenido y framing
> Lidia Valera Ordaz
(Universidad de Valladolid)
9:00-10:30hs.- Taller 1 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 1 (Práctica)

12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 2.- Diseños experimentales
> Juan José Igartua
(Universidad de Salamanca)
13:00-14:30hs.- Taller 2 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 2 (Práctica)

16:30-18:00hs.- Mentoring: Resuelve las dudas de tu proyecto con los profesores

18:00hs.- Programa social 1.- Visita guiada

Viernes, 26 de octubre de 2018

Taller 3.- Encuestas de opinión
> María Luisa Humanes
(Universidad Rey Juan Carlos)
9:00-10:30hs.- Taller 3 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 3 (Práctica)
12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 4.- Estudio de audiencias
> Miguel Vicente Mariño
(Universidad de Valladolid)
13:00-14:30hs.- Taller 4 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 4 (Práctica)

16:30-18:00hs.- Mentoring: Resuelve las dudas de tu proyecto con los profesores

18:00Hs.- Programa social 2.- Visita guiada

Sábado, 27 de octubre de 2018

Taller 5.- Observación y entrevistas
> Francisco Seoane Pérez
(Universidad Carlos III de Madrid)
9:00-10:30hs.- Taller 5 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 5 (Práctica)

12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 6.- Big data: Análisis de sentimiento predictivo
> Carlos Arcila Calderón
(Universidad de Salamanca)
13:00-14:30hs.- Taller 6 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 6 (Práctica)

16:15-17:30hs.- Cóctel de despedida y entrega de diplomas.


INFORMACIÓN E INSCRIPCIONES:   
Web: https://www.eventbrite.es/e/entradas-escuela-de-metodos-de-investigacion-en-comunicacion-politica-acop-47460989096
E-mail: info@compolitica.com
Teléfono: (+34) 91 737 02 92

NÚMERO DE PLAZAS:
30 alumnos

PRECIO DE LA MATRÍCULA:
75 euros

ALOJAMIENTOS RECOMENDADOS:
Mesón de La Dolores    www.mesonladolores.com
Hotel Fornos    www.hotelfornoscalatayud.com
Hospedería El Pilar    www.hospederiaelpilar.com

TRANSPORTE:
Calatayud es ciudad AVE. Visita www.renfe.es

PATROCINAN:
Ayuntamiento de Calatayud
FCC Servicios Ciudadanos

COLABORA:
Universidad San Jorge

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miércoles, junio 13, 2018

Lo literario es político: poder y subyugación femenina en ‘El cuento de la criada’


La distopía patriarcal El cuento de la criada, una novela de Margaret Atwood publicada en 1985 que se ha convertido en exitosa serie de televisión, sirvió como excusa para hablar sobre el poder y la subyugación femenina en un animado debate que reunió en la Casa del Lector el martes 12 de junio de 2018 a la escritora Laura Freixas, la politóloga y articulista Máriam Martínez-Bascuñán y la filósofa y política Clara Serra.

El encuentro, titulado “¿Lo literario es político? Lectoras y lecturas de El cuento de la criada”, hace un homenaje al eslogan feminista de los 60, “lo personal es político”. Preguntada por los orígenes de este lema, Martínez-Bascuñán aclaró que el feminismo vino a cuestionar la distinción entre lo privado y lo público que procede del liberalismo. Dicha división tiene su origen, apuntó la politóloga, en un sesgo de género: “ya Rousseau decía que al tratar de lo público deberíamos dejar de lado lo emocional, identificado con lo femenino”. El feminismo llama repolitizar temas que la tradición liberal consagraba a lo privado. Algo tan personal como la violencia de género, considerada privada y por lo tanto no merecedora de atención por la política, esconde según Martínez-Bascuñán “un desequilibrio de poder” que merece abrirse a la discusión pública.

En la misma línea, Clara Serra observó que el feminismo “impugna la segregación entre lo privado y lo público, entre lo invisible y lo visible, entre lo femenino y lo masculino”. Para Laura Freixas, en la tradición patriarcal “hay tres cosas que pertenecen al hombre y que van unidas: la palabra, el espacio público y el poder”. A las mujeres se las encerraba en casa, mientras los hombres ocupaban en exclusiva el trabajo público, teniéndose como compañeros de faena a ellos mismos. A las mujeres les correspondía la sumisión, el silencio, el ámbito doméstico. De ahí que hasta tiempos recientes se hayan excluido de la discusión pública temas que estaban ahí pero que se silenciaban, como las violaciones o el maltrato.

Según Freixas, “el patriarcado confunde lo humano con lo masculino”. Así, las experiencias típicamente masculinas, como la guerra, merecen una consideración primaria frente a las experiencias tradicionalmente femeninas, como la familia o el cuidado de los dependientes. Para Clara Serra, esta división de tareas se traduce en una “división sexual del trabajo político”, con las mujeres ocupándose de temas como los asuntos sociales, la sanidad, la educación… “asuntos feminizados y, por lo tanto, menores, frente a otros asuntos en manos de los hombres, que tienen más valor social y político”. Además de en la política, esta división se traslada también a la esfera pública de los medios. Cuando se les pregunta a las mujeres sobre los temas que más les preocupan, comenta Serra, responden que son la educación y la sanidad, mientras que los hombres están obsesionados con la secesión de Cataluña.

La condición de víctima de las mujeres, no obstante, no las convierte en intrínsecamente buenas. En El cuento de la criada las tías maltratan a las criadas, las mujeres se convierten en las peores enemigas de sí mismas. Así ocurre en los ritos de mutilación sexual de niñas, donde las mujeres son las ejecutoras. “El feminismo no dice que las mujeres sean buenas”, aclara Serra, sino que viene a acuñar palabras o conceptos para identificar experiencias que se sufrían pero que no nombraban, como el maltrato o el acoso sexual.

El público asistente y las ponentes concluyeron que el final de la novela no es precisamente optimista. En un congreso de académicos, todos hombres, se toma nota del testimonio de la protagonista que relata las miserias del imperio de Gilead. Pero el análisis es frío, distanciado, como si no se hubiera aprendido la lección.

Las distopías como El cuento de la criada, lejos de ser un mero entretenimiento literario, tienen un valor político presente. Nos revelan que lo que no podría pasar puede pasar, o puede que esté ya pasando, en todo o en parte. En nuestras manos está evitar un final como el de la novela.

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martes, abril 10, 2018

CFP: Los discursos del odio (Revista de la AE-IC)


RAEIC, Revista de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación abre su llamada a propuestas para los artículos del monográfico sobre “Los Discursos del Odio” del número 12 de la revista. El plazo para la entrega de los textos definitivos es el 10 de mayo de 2019.

Convocatoria completa: https://goo.gl/asP9AY

lunes, marzo 19, 2018

Doris Graber (1923-2018): Adiós a una pionera


Publicado en La Revista de ACOP, Núm. 25, Marzo de 2018

A Doris A. Graber se la conoce en EE.UU. como la decana de los estudios de comunicación política. Afortunadamente, el reconocimiento la acompañó en vida. Su libro Media power in politics es una de las antologías sobre el campo más consultadas y traducidas (ha conocido sucesivas ediciones y actualizaciones a lo largo de los años) y uno de los premios de la American Political Science Association (APSA) al mejor ensayo sobre medios y política lleva su nombre desde hace años.

La presencia de Doris A. Graber en el claustro de profesores de la University of Illinois at Chicago fue una de las principales razones por las que incluí a dicha universidad y su departamento de comunicación en mi lista de solicitudes para cursar un máster de investigación cuando recibí una beca de la Fundación Barrié en 2003. Por razones de incompatibilidad de horarios no pude matricularme en su curso sobre comunicación política, pero tuve la enorme suerte de contar con ella para la composición del tribunal de evaluación de mi tesis de maestría, que versaba sobre el papel de Internet en la captación de activistas políticos.

Por aquel entonces (hablo del año 2005) estaba reciente la épica de la campaña insurgente del candidato demócrata Howard Dean, que supo capitalizar su oposición a la guerra de Irak y su izquierdismo sin complejos para disputarle las primaras al eventual ganador, John Kerry. Pero su histórica campaña de micro-donaciones y generación de círculos de activistas a través del sitio web meetup.com fueron el germen de la PAC Democracy for America y el campo de pruebas de otra campaña histórica, ésta apoyada ya en las redes sociales como Facebook o Twitter, la de Barack Obama.

Para destacar la relevancia de Doris Graber en nuestro campo, utilizaré la misma analogía a la que recurría para hacerle ver a mis colegas legos en comunicación política que me había tocado una especie de lotería académica: para un estudioso del papel de los medios en la democracia, tener a Doris Graber en tu comité de tesis es como para un actor contar con Lauren Bacall en su tribunal de evaluación en el Actors Studio. Cierto es que la profesora Graber se me parecía más a otro personaje televisivo, la Angela Channing interpretada por Jane Wyman. La comparación se limitaba al aspecto físico, porque la Dra. Graber carecía de cualquier atisbo de perfidia. Era más bien perspicaz y, como otro gran maestro que nos dejó hace poco, Kevin G. Barnhurst, con el que compartía universidad, daba cancha a sus discípulos, publicando de manera conjunta con ellos para auparles en sus carreras.

Quizá mis recuerdos sean muy anecdóticos, pero ahí van: frente a mi escepticismo hacia una figura como Dean, al que veía como demasiado izquierdista para un país tan conservador, hasta el punto de considerarlo como inelegible, Graber apuntó que era un candidato interesante (“he was an intriguing candidate”). Frente a la ignorancia de mi juventud, Graber supo advertirme que había otros lugares de reclutamiento de activistas diferentes a Internet: los campus universitarios y las iglesias, entre otros. Acudí a la defensa de mi tesis de maestría con uno de los libros de Graber, Processing politics: Learning from television in the Internet age, para que me lo dedicara. Cabe apuntar que este libro fue pionero en su momento al recurrir a los recientes avances en neurología para demostrar que el procesamiento de información política es más fácil y asequible a través de los medios audiovisuales. Contentísimo con su dedicatoria, se me escapó un efusivo “¡muchas gracias, lo guardaré y se lo enseñaré a mis nietos!” Graber rió el comentario: “You are thinking far ahead!”

Recuerdo también que en las Navidades siguientes le envié una caja de bombones gallegos (unas deliciosas Pedras de Santiago que combinan almendra y chocolate) y me respondió amablemente con una tarjeta manuscrita que todavía conservo (aunque no sé muy bien dónde).

En fin, sirva esta pequeña y apresurada semblanza como un recuerdo cariñoso a una gran mujer y gran académica que contribuyó de manera decisiva a la consolidación y el prestigio científico de nuestro campo.

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miércoles, marzo 14, 2018

Pippa Norris en Madrid


La profesora Pippa Norris. Crédito de la foto: Martha Stewart, Boston Globe

Una de las grandes figuras de la investigación en comunicación política y, por extensión, de las ciencias sociales contemporáneas, visitará Madrid el martes, 20 de marzo de 2018. Se trata de la profesora Pippa Norris, de la Universidad de Harvard, que impartirá la lección inaugural de un encuentro sobre comunicación política populista. Su charla lleva por título, precisamente, el de su próximo libro, en co-autoría con su sempiterno colaborador Ronald Inglehart, “Cultural Backlash: Trump, Brexit, and the Rise of Authoritarian Populism”.

De entre sus múltiples contribuciones a nuestro campo, Norris será siempre recordada por su seminal libro A Virtuous Circle? Political Communications in Post-Industrial Democracies (Cambridge, 2000). Desde su propio título alude al círculo virtuoso que se produce entre el consumo de medios de comunicación y participación política, dificultando el establecimiento de una causalidad lineal: ¿conduce la lectura de noticias a la implicación en asuntos públicos? ¿O es el interés en los problemas del país lo que motiva el consumo de medios?

Norris destaca por su habilidad para procesar y explicar los datos cuantitativos de una manera asequible. Siempre encuentra la tabla o el gráfico adecuado para ilustrar un punto relevante de su argumento, y lo hace de manera magistral. Su producción académica es apabullante, pues ha publicado libros y artículos que se han convertido en referencia para el estudio de temas de máxima trascendencia social, desde la brecha digital a la presencia de mujeres en política, pasando por el ascenso de la extrema derecha o su preocupación más reciente, la integridad de los sistemas electorales.

Norris, que destaca en las conferencias de la América que supo acogerla como académica por su impecable acento británico, es conocida por su colaboración con Ronald Inglehart en el análisis de las sucesivas oleadas de la Encuesta Mundial de Valores. Recuerdo particularmente su artículo para Foreign Policy en que testaba con datos de dicha encuesta la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Huntington. Inglehart y Norris descubrían que el controvertido Huntington estaba “half right”, o que había acertado a medias. En contra del estereotipo, el mundo árabe clama por más democracia, pero –y en esto sí que el prejuicio resulta ser un juicio acertado- los datos revelan la consideración de la mujer como una ciudadana de segunda categoría. Es decir: que los países musulmanes desean elegir a un gobierno legitimado en las urnas, pero sin que ello implique la igualdad de género. Un dato relevante a considerar cuando aún resuenan los ecos de las históricas manifestaciones del 8-M.

El encuentro que propicia la conferencia de Norris, financiado por el programa COST, también acogerá intervenciones de destacados académicos de la comunicación política, como James Stanyer or Claes de Vreese. Entre los investigadores españoles destacan Rosa Berganza, anfitriona del evento en la Universidad Rey Juan Carlos, y Karen Sanders, que también ha aportado estudios de caso sobre el populismo español al proyecto.

Addenda post-facto: 
Finalmente, la profesora Norris no visitó Madrid, sino que intervino por vídeo-conferencia.

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viernes, febrero 02, 2018

James Harding: "Las fake news nos distraen del verdadero problema: la propaganda"


En la imagen, James Harding (izda.) junto al moderador del encuentro, el periodista Borja Bergareche.

Tras ver películas como Los archivos del Pentágono es difícil no caer en la nostalgia: los medios tradicionales le plantaban cara al poder y los periodistas eran auténticos paladines de la democracia. La industria de la prensa era rentable económicamente y sus denuncias de la corrupción gubernamental la hacían necesaria y legítima socialmente. Pero en su conferencia de este jueves, 1 de febrero de 2018, en la Fundación Rafael del Pino en Madrid, el ex director de la BBC James Harding invitó a los periodistas presentes –muchos de ellos alumni de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, auspiciadora del evento– a sacudirse la melancolía: “los periodistas son todavía más necesarios en nuestro tiempo: los poderosos se esconden detrás de muchos más disfraces que los del gobierno”.

Gran parte del poder actual se encuentra en las grandes empresas tecnológicas. Harding dedicó su charla sobre la libertad de expresión en la era de Internet a explorar las relaciones entre dichas compañías y el gobierno, o entre lo que denominó metafóricamente el valle (en referencia Silicon Valley, el asiento californiano de la mayoría de las big tech) y la montaña (en alusión a Capitol Hill, sede del poder legislativo en EE.UU.) Harding augura en este 2018 una ola reguladora que podría acabar en la partición de los gigantes tecnológicos, cuya única vía de defensa la hallarían en la declaración voluntaria sobre sus actividades de mayor impacto social. Así, los gigantes tipo Facebook o Google deberían informar periódicamente al público su papel en casos de ciberacoso, discursos del odio, abusos sexuales, o utilización de datos personales para campañas políticas. “Esa información debería ser pública”, insistió Harding, si esas grandes compañías desean evitar la ruptura de sus monopolios.

Harding sorprendió al afirmar que “nadie que pretenda ser serio debería preocuparse por las fake news”, que el ex director de The Times entre 2007 y 2012 definió como “historias falsas que aspiran a llegar al mayor número de lectores con la intención de obtener réditos financieros o políticos”. Así, titulares falsos como “el Papa se declara a favor de Donald Trump” son para Harding el equivalente al spam en los primeros tiempos del correo electrónico: un problema de fácil solución técnica. Sin embargo, Harding cree que el debate sobre las fake news está oscureciendo el verdadero problema: la propaganda. Los regímenes autoritarios como el ruso están invirtiendo millones y millones en los medios sociales para librar lo que ellos mismos definen como una “guerra de información”. Alrededor del mundo, la democracia está en retroceso, lamentó Harding. A su juicio, la Unión Europea debería castigar a aquellos países como Hungría que restringen la libertad de prensa.

En otra elocuente analogía, Harding identificó al periodismo tradicional con una orquesta que toca para una audiencia pasiva, comparándolo con el periodismo digital, que se parecería más a un festival de música en el que artistas y espectadores construyen juntos la experiencia resultante. Si la BBC no estuviera ya inventada, observó, hoy estaríamos debatiendo la creación de una BDC (British Digital Corporation) que alumbrara una especie de “public service networking”. De hecho, el que fuera corresponsal en Washinton D.C. para el Financial Times recordó la BBC fue creada en 1922 por el gobierno británico ante el temor de que la nueva tecnología del momento, la radiodifusión, cayera bajo el control de los magnates de la prensa. Su modelo es excepcional, apuntó Harding, ya que a diferencia de los servicios públicos de ratiotelevisión de la Europa continental su financiación es independiente de los impuestos tradicionales. La tasa que pagan los ciudadanos británicos ayuda a garantizar una independencia política sin parangón en el resto del continente.

Preguntado por si en estos tiempos post-Brexit no desearía más trabajar para un medio de comunicación partidista y emocional, Harding reconoció que “es mucho más divertido decirle a la gente lo que piensas”, pero “informar sobre la actualidad de manera imparcial tiene un mayor valor de servicio público”.

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jueves, enero 04, 2018

¿Merece la posverdad carta de novedad?


La proliferación de noticias falsas no es algo nuevo. Es más, su combate es el fundamento de periodismo profesional moderno. Fue el periodista e intelectual público Walter Lippmann, escaldado por el éxito de la propaganda durante la Primera Guerra Mundial y sorprendido por la diferencia entre lo que se cocía entre las bambalinas diplomáticas y lo que se publicaba en la prensa, quien en una serie de ensayos publicados como libro bajo el título Liberty and the News (1920) sentaría las bases del periodismo del siglo XX. Los reporteros, por aquel entonces gacetilleros advenedizos, deberían licenciarse como médicos o abogados para garantizar que los hechos llegaran lo menos contaminados posible a los lectores.

Para Lippmann la auténtica libertad de prensa no consistía en favorecer una pluralidad de opiniones en sus columnas, sino en proveer una información libre de injerencias o prejuicios sobre la que construir una opinión auténticamente libre. Lippmann pedía para la prensa una independencia de la opinión pública similar a la del poder judicial, al entender que lo popular y lo justo --o verdadero-- no van siempre de la mano. Como observa su biógrafo Ronald Steel, en Liberty and the News el periodista neoyorkino ve el problema desde un punto de vista mecánico (cómo hacer llegar hechos veraces al lector), pero en libros posteriores como Public Opinion (1922) o The Phantom Public (1925) Lippmann se torna en un demoescéptico muy en la línea de Ortega y Gasset, preguntándose si en realidad el problema es, más que mecánico, orgánico: ¿y si el público no quiere conocer la verdad?

Lippmann apuntaría así a un tema clásico de la psicología social: la auto-exposición selectiva a información congenial a nuestros prejuicios. En un contexto como el actual, en el que la prensa o los periodistas han perdido el monopolio en la mediación de los asuntos públicos, la creación de ‘echo chambers’ o ‘filter bubbles’ sería todavía más fácil gracias a los feeds de Facebook o Twitter, auténticos ‘daily me’. Es decir, el terreno para las noticias falsas estaría más abonado que nunca.

Es en este momento, en el que la prensa tradicional ya no es una Biblia de consulta diaria para el ciudadano, en el que se presenta el concepto de posverdad. Aunque los hackers y los bots rusos han contribuido a incrementar la sensación de contaminación informativa, el problema de la creación de bulos o mentiras públicas tiene infinidad de precedentes, algunos bien cercanos en el tiempo, como el de la creencia en la malignidad de las vacunas, que mereció un libro de Seth Mnookin en 2011, o la mentira gubernamental de las armas de destrucción masiva en Irak en 2003.

La posverdad vendría a unificar en su seno dos condiciones de cierta tradición: por una parte, la idea posmoderna de la verdad como una intersubjetividad legitimada por un acuerdo tácito entre las partes (lo que creemos que es verdad es verdad aunque no lo sea, no necesitamos un referente real de contraste); por otra, la sensación de escasa fiabilidad informativa que caracteriza a los regímenes totalitarios, en los que toda noticia se recibe con un halo de sospecha y escepticismo, ya que la superficie sobre la que se asienta el discurso público es tan inestable y movediza como la necesidad gubernamental de reescribir la historia para acomodarla al presente de interés.

La verdad histórica o factual, en palabras de la filósofa Hannah Arendt, necesita de un testimonio para ser comunicada y siempre es susceptible de ser manipulada u ocultada. A diferencia de la verdad axiomática de los teoremas matemáticos, que tienen validez universal y atemporal, las narrativas sobre lo que verdaderamente pasó el 23 de febrero de 1981 o el 13 de marzo de 2004 siempre dependerán del tipo de testimonio al que accedamos y, en muchos casos, jamás sabremos lo que realmente ocurrió. En una observación que se vería vindicada por los ‘alternative facts’ de Kellyanne Conway, Arendt apunta que las verdades factuales incómodas tienden a ser transformadas en opiniones. Así, el consenso científico sobre el cambio climático pasaría a ser una mera opinión.

Las noticias falsas y las mentiras públicas destinadas a legitimitar intervenciones militares no son, claro está, nuevas. Ahí está el estudio de Lippmann y Charles Merz sobre la cobertura del New York Times de la Revolución Rusa o el ‘yo pondré la guerra’ de Hearst con el hundimiento del Maine atribuído a los brutos españoles en 1898. Pero el éxito de la palabra posverdad podría deberse a que consigue encapsular el ‘zeitgeist’ del momento: nunca lo tuvimos tan fácil para construir un ‘daily me’ con las piezas que más nos convienen, y nunca estuvimos tan cerca en los países demo-liberales de los países totalitarios en la sospecha de que nada de lo que nos llega es fiable.

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