domingo, julio 08, 2012

The Guardian: morir de éxito



Su web tiene unos 67 millones de visitantes únicos al mes, pero pierde 126.000 euros al día y sus dueños no creen que pueda sostenerse más de tres años. Fue el periódico que reveló el escándalo de los teléfonos pinchados en Reino Unido (el famoso ‘hackgate’), socavando el imperio del magnate de la comunicación Rupert Murdock. Publicó los cables de Wikileaks y mereció aclamación mundial por su cobertura de las revueltas londinenses el verano pasado. Su web, con 20 millones de visitantes mensuales en Estados Unidos, es ya una referencia para la izquierda norteamericana. De poco le ha servido. El consultor de medios Juan Señor cree que su versión en papel sobrevivirá como semanario, pero no como diario. Hablamos de The Guardian, insigne periódico inglés cuya difusión en papel ha descendido un 46% desde 2005, situándose en marzo de 2012 en los 217.000 ejemplares. El diario londinense (con raíces en Manchester) epitomiza la imposibilidad de monetizar el éxito de lectores online que podría acabar con las empresas periodísticas tradicionales.

El periodista Tom de Lisle analiza en la revista Intelligent Life la paradoja de The Guardian: se muere de éxito. Los gurús de la empresa periodística recomiendan al diario propiedad del Scott Trust que adopte el modelo freemium (combinación de ‘free’ y ‘premium’), también conocido como ‘porous paywall’ (muro de pago poroso), mediante el cual la versión web se mantiene en abierto para los visitantes ocasionales pero se vuelve de pago para aquellos que la visitan un cierto número de veces al mes. El muro poroso es el modelo que siguen The New York Times, The Economist y The Financial Times. Se cree que este sistema permite monetizar visitas, cobrándole al lector fiel sin que se pierdan las referencias al periódico en la redes sociales, que se ha demostrado bajan considerablemente cuando una web periodística se vuelve exclusivamente de pago. No obstante, el director de The Guardian, Alan Rusbridger, se resiste a cobrar por el acceso a contenidos y se ha erigido en principal defensor de lo que él define como “periodismo abierto” (‘open journalism’), un periodismo que, lejos de luchar por mantenerse al margen del discurso en las redes sociales, trata de engancharse al mismo.

Según Rusbridger, en la era de Internet un periódico no puede competir con la información disponible gratis en la red. Tiene que aliarse con lo mejor del discurso en las redes sociales para seguir “el flujo de la historia”. Lo explica refiriéndose a la campaña publicitaria que The Guardian lanzó en febrero de 2012, ilustrando de qué manera el periódico se engarzaba con las redes sociales para narrar la auténtica historia detrás del aparente asesinato del lobo por parte de los tres cerditos (véase el vídeo arriba).

En el reportaje de de Lisle se cita al consultor barcelonés Juan Señor, socio del Innovation Media Consulting Group, quien advierte de que el muro de pago completamente cerrado (al estilo del Times londinense) es una posición tan extrema como la barra libre de The Guardian. Ambos modelos tienen la misma consecuencia: ninguno es rentable.

Mientras tanto, The Guardian sigue preguntándose cómo traducir su popularidad en éxito económico. Según parece, no le queda mucho tiempo para encontrar la respuesta.

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