lunes, febrero 06, 2012

La insoportable levedad del soberano europeo

Michael Ignatieff, el intelectual que algún día pudo presidir Canadá, ha vuelto a su hábitat natural, la academia. Y lo ha hecho con un artículo periodístico de máxima actualidad, tratando de responder a una serie de preguntas acuciantes: ¿Quién es el ‘soberano’ en estos tiempos en los que la máxima autoridad parece ser la mano invisible de los mercados? ¿Acaso esta Gran Recesión no ha puesto en evidencia que los únicos soberanos dotados de legitimidad popular –los Estados– habían aceptado, tácitamente, la idea de la auto-regulación natural de los mercados? ¿No son los rescates de los grandes bancos y aseguradoras –financiados en última instancia por el pagador de impuestos– una irónica reivindicación de un soberano político que, a diferencia de los mercados, está limitado por el territorio y la identidad?

Si hay algún lugar del mundo en el que el soberano está missing es, sin lugar a dudas, Europa. ¿Quién manda? Y, quienquiera que mande, ¿tiene legitimidad popular? El euro ha unido los destinos de un continente que no se ve a sí mismo como una nación, de ahí que el soberano europeo –carente de legitimidad popular– no pueda actuar con autoridad. El estado de Europa es el peor de los estados, a decir de Ignatieff: “soberanía sin poder e integración si legitimidad.”

Por su parte, Charlemagne advierte desde su columna en The Economist de la ausencia de legitimidad popular para aprobar la regla de oro del equilibrio presupuestario inducida por Alemania. Se trata del primer gran paso hacia una especie de constitucionalismo fiscal en Europa, en el que el poder federal (y no sus estados miembros) sería el único con capacidad de endeudarse. De nuevo, la ausencia de una nación europea requiere que las élites nacionales actúen por el bien de los ciudadanos sin los ciudadanos, de ahí la reciente reforma constitucional española, operada con urgencia y nocturnidad.

Europa va más rápido que los europeos. ¿Creará la institución a la nación? ¿Estamos ante la dura batalla por la consolidación del esqueleto que dará consistencia al cuerpo político europeo?

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